lunes, 12 de septiembre de 2016

El Demonio de Neón o el Demonio del Hambre

La primera vez que vi el tráiler de Neon Demon (2016), la nueva película de Nicolas Winding Refn, no pude evitar emocionarme. ¿Modelos hermosas y desequilibradas, vanidad, obsesión? Historias como éstas me recuerdan a un personaje emblemático que combina decadencia y corrupción anímica con una belleza impertérrita, Dorian Gray. El tráiler, además, muestra momentos canibalísticos, sangre, violencia: promete mucho. Sin embargo, como en ocasiones sucede, la emoción generada por el tráiler fue mucho mayor a la emoción generada por la película. A pesar del fascinante tema y las decorosas actuaciones de más de un personaje, Neon Demon no logra cumplir las expectativas prometidas. La estética visual es, sin duda, digna de admirar; las interpretaciones de los personajes, también. Sin embargo, estos elementos combinados no logran borrar las fallas del guion en cuanto a desarrollo de trama y personajes.

La premisa de la película es la siguiente: Jesse (Ellen Fanning), chica joven y virginal, llega a Los Angeles para hacerse de un nombre en el tortuoso mundo del modelaje. Su inusual y auténtica hermosura, así como su juventud y clara inocencia, le ganan un lugar en una agencia prestigiosa. Admiradores, amigos y rivales y enemigos aparecen a la brevedad, y la vanidad no tarda en desflorar su inocencia. De aquí en adelante, a Jesse sólo le esperan problemas.

Esta película no es la primera vez en que vemos la premisa de la chica joven que llega a la gran ciudad en busca de su destino (Recordemos, por ejemplo, a The Devil Wears Prada). La diferencia entre ambas es que The Devil Wears Prada sigue su propio curso; no se limita en el afán de la estética visual. Neon Demon, por otro lado, en su afán de presentar escenas con fotografía impecable, deja de lado la evolución de su protagonista. La interpretación de Elle Fanning como inocente y virginal pueblerina es convincente, aunque su interpretación como modelo corrompida, a excepción de ciertas expresiones feroces, Fanning no logra transmitir un genuino corazón oscuro y egocéntrico. Esto, no obstante, no es desacierto por completo de la actriz, sino del guion que no logra capturar por completo su transformación en el demonio de neón. Los diálogos, después de su transformación en el demonio de neón, no son suficientes para transmitir su corrupción emocional. Una mayor profundidad (como en Black Swan, por ejemplo) habría asentado con mayor firmeza su cambio de niña inocente a modelo corrompida.   

Por otro lado, tenemos a Jack (Desmond Harrington), un diseñador bien posicionado en LA, que recuerda a Grenouille, protagonista de El Perfume. Ambos personajes, dotados de un gran sentido de la vista y olfato y con un gran desprecio por la fealdad humana, son capaces de reconocer y dejarse cautivar por la belleza de un contado número de mujeres, como quien encuentra una flor en medio de un pantano. Aun así, una mayor ferocidad y arrogancia del personaje hubiera dado al personaje más forma. Él mismo lo sugiere: es lo de afuera, no lo de adentro, lo que importa; “sin su belleza, ella no sería nada”. Un personaje bello por fuera pero podrido por dentro hubiera sido el símbolo del decadente mundo del modelaje de Los Angeles en la película: poderosos y desalmados, se encuentran en la perpetúa búsqueda de la siguiente modelo hermosa que les haga sentir lo más cercano a un deleite estético, en una ciudad cada vez más poblada de modelos y más despoblada de auténtica belleza.

Quien sí resulta ser un personaje más desarrollado es Ruby, interpretado por Jena Malone. Personaje de contrastes, Rubí es una maquillista que, por un lado, trabaja en el glamuroso y luminoso mundo del modelaje y, por otro lado, anida en las oscuras morgues maquillando a los muertos. Malone logra darle vida a una oscura maquillista amigable y aparentemente inocente, que es devorada por su deseo de poseer y ser poseída por una belleza inalcanzable (algo así como los admiradores de Glenda en el cuento Queremos tanto a Glenda, de Julio Cortázar, o El ídolo de las Cícladas, también de Cortázar). En definitiva, la interpretación de Malone resalta de las demás.

Por otro lado, al igual que los demás personajes, Rubí también es un personaje que requirió más desarrollo. Sin hablar mucho de la trama, me pareció súbito el cambio de actitud que tuvo con respecto a Jesse. Aunque hay escenas que intentan mostrar visualmente el efecto del (des)encuentro que tuvo con Jesse, el personaje debía ir más allá de la superficie y en verdad entregarse a su desquicio. Para un personaje tan hambriento de la belleza de Jesse, su reacción después de la noche con Jesse se quedó corta.

Bella Heathcote y Abbey Lee realizan un buen papel dentro de lo que les permite el guion para darle vida a Gigi y Sarah, respectivamente, un par de modelos jóvenes totalmente corrompidas y devoradas por un mundo que les exige ser cada vez más bellas. La interpretación de Heathcote es la más notable de ambas. Heathcote logra cautivar en la escena del espejo gracias a sus silencios, diálogos entrecortados, mirada profunda que comunica desesperación. Además de la actuación de Malone, la actuación de Heathcote es digna de notarse en esta película.

Lo que sí es rescatable y hasta fascinante es en sí el tema. Neon Demon lleva el tema de la obsesión por la belleza a un nivel canibalístico digno del terror y disgusto que despiertan las películas de Hannibal Lecter. La admiración por la belleza de pronto se convierte en hambre, hambre de poseer lo que se admira y hambre de poseer lo que se envidia. Espeluznante en su manejo del efecto depravado y perverso que ejerce la belleza en otros, Neon Demon nos refleja el vacío inicuo de personajes fantasmas que no pueden evitar sentirse extasiados o amenazados o hambrientos por aquello que no son ni pueden poseer.


El desenlace de la película es, sin duda, lo más memorable de todo. Grotesco, la resolución confirma la naturaleza dual de los personajes de la película: desgarrados y desesperados por dentro, pero impecables y hermosos por fuera. La idea de que la belleza se puede robar y poseer, de que puede ser arrancada de su dueño original, encuentra un perfecto paralelismo con El Perfume. Sólo por el desenlace esta película debería ser recordada. Pocas películas hacen ver el mundo del modelaje como un mundo desesperado lleno de personas desesperadas, que harían lo que fuera por brillar un poco más en un mundo que insiste en oscurecerlas y hacerlas invisibles.