martes, 22 de abril de 2014

Jubilar la Gramática: Una opinión sobre la propuesta lingüística de Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez ha muerto; sin embargo, nos sobrevive su obra. Pero no escribo esto, amables lectores, para hablar sobre su obra, la cual siempre hay que discutir y releer, sino del pensamiento del propio García Márquez.

Hace poco, compartió en su perfil de Facebook Aristegui Noticias un video titulado Gabriel García Márquez contra la Ortografía complicada del Español, en el cual García Márquez pronuncia un valiente discurso – algunos lo llamarían así – en Zacatecas, durante 1997, en el cual García Márquez básicamente propone “jubilar la ortografía” – es decir, simplificarla. Dice Gabo en el video: “simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros… que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver”.

Desde luego, a Gabo llovieron críticas de parte de gramáticos y lingüistas al respecto, a quienes no agradó la propuesta plantedas en aquel entonces. A propósito de esto, dice Gabo, para el periódico El País, que no esperaba que los gramáticos y lingüistas estuvieran de acuerdo con él, ya que “sería absurdo que los que guardan la virginidad de la lengua estuvieran contra sí mismos”. Desconozco el consenso del público lector sobre esta propuesta. Para muchos – estoy seguro – es buena, porque quizá para el estudiante, con estas “leyes marciales”, el estudiante ordinario termine odiando al idioma, como dice Gabo, y aceptando con gusto y hasta ilusión el argumento de una autoridad literaria y cultural como lo es Gabriel García Márquez. Y hasta cierto punto es entendible: cuán felices serían muchos estudiantes, sobre todo los de pésima o por lo menos mala ortografía, si ya no tuvieran que preocuparse por las excepciones de las palabras graves que sí llevan acentos o escribir crucifixión con c o con s o doble c. Todo sería más feliz: todo mundo escribiendo como se le diera la gana, sin tener al típico profesor especialito que gusta de humillar a los estudiantes faltos de ortografía y recalcarles los iletrados que son. Quizá hasta la escuela llegase a ser divertida. Porque, en el aspecto pragmática de la lengua española, ¿a quién realmente le importa lo que digan los lingüistas y gramáticos, los “señores puristas’, como dice Gabo? Si la comunicación es el destino final y el vehículo para llegar al destino final es el lenguaje y la gramática y ortografía son una serie de vidrios y topes y baches gigantes como los de Ciudad Juárez, ¿por qué, entones, conservar lo inútil y hasta contraproducente?

Ignoro la verdadera intención de García Márquez con este discurso. Algunos críticos, como inclusive su propio biógrafo, Gerald Martin, han visto en Gabo actitudes populistas y demagogas, y al leer aquel discurso pronunciado en Zacatecas durante 1997 me hace preguntarme si el argumento de Gabo no es un argumento, en esencia, demagogo, con el cual Gabo busca darle al público aquello que el público quiere escuchar. Lo que sí sé es que yo no estoy de acuerdo con Gabo – sus argumentos no me convencen del todo. No estoy seguro que la gramática de la lengua española – y en ese sentido, de ninguna lengua – deba reformarse, aunque sea para “bien”, aunque sea para simplificarse y hacer de su uso más fácil, más accesible.  

Y no es que yo sea un purista del lenguaje, como los lingüistas y gramáticos que no están de acuerdo con Gabo: Soy de Ciudad Juárez, es decir, soy de la frontera, y, como todos los que son o han vivido en la frontera saben, en las fronteras lo único real son las barreras físicas y las garitas y los agentes aduanales que exigen visa y pasaporte para cruzar, puesto que, en realidad, artificiosas resultan ser las fronteras, con el lenguaje y sus usos, como bandada de pájaros rebeldes, volando de un lado a otro, importándoles un carajo las normas y políticas nacionales. Y si en el resto del país dicen refresco, aquí decimos soda; y si en el resto del país dicen vulcanizadora, aquí decimos desponchadora; y si en el resto del país ignoran la palabra parquero, que viene de parking (estacionarse, en inglés), aquí parquero es palabra de uso tan común que ignorarla podría interpretarse como señal de ser extranjero. Es decir, yo comprendo que, en el caso particular de Juárez (como en el caso de cualquier idioma en cualquier parte del mundo, inclusive si es frontera o no) la lengua española termina por empaparse de la lengua inglesa, creando así un dialecto único y rico, que responde, como bien dice García Márquez, a las necesidades comunicativas de nuestro siglo y desde luego la región. Inútil y tonto sería ver el lenguaje como la esposa monógama que debe fidelidad, el árbol que nació recto y recto debe crecer hasta el final de los tiempos. No. El lenguaje es un río de caudal poderoso que, indomado e indomable, pasa por donde debe pasar, por donde la historia y la sociedad, ya sea por gusto o azar, capricho o historia, lo lleven, lo conduzcan.

Sin embargo, hay un aspecto que debemos considerar, el cual no tiene tanto que ver con la naturaleza conservadora de las negativas rotundas de los detractores de la propuesta de García Márquez, sino con la naturaleza pragmática e histórica sobre el lenguaje en general, no solamente a la lengua española. En este caso, aludo a Writing: Theory and History of the Technology of Civilization (La Escritura: Teoría e Historia de la Tecnología de la Civilización) de Barry Powel, libro que trata sobre la historia de la escritura. En su libro, Powel, exponiendo el caso del idioma chino, argumenta que por la simplicidad del chino, Wilhem von Humboldt, político y lingüista alemán, clasificó al chino como el arquetipo del lenguaje aislante, a diferencia de lenguajes aglutinantes, como el griego, el latín y el alemán. Según Powel, el esquema de Von Humbodt es, más bien, un modelo evolucionario, en el cual idiomas primitivos, como el chino (según el alemán), mudan hacia idiomas “complejos y avanzados”, como el griego, el latín y el alemán (No hay por qué extrañarse: Von Humboldt vivió durante la época del neoclasicismo europeo, época en la cual distintos académicos y pensadores voltearon hacia el arte e idiomas griegos como los modelos a los cuales sus propios idiomas debían emular; es decir, los modelos perfectos). Los intelectuales chinos que estudiaron en Europa, continúa Powel, comenzaron a juzgar su idioma como inferior, a comparación de las lenguas europeas.  Por esta razón, intentos de reformar el idioma chino y su sistema de escritura surgieron.

Desde luego, titánicas diferencias existen entre el español y el chino, y las propuestas de reformas entre ambos idiomas. Powel acierta al mencionar que reformar o simplificar el sistema de escritura del chino equivaldría a “perder la sagrada y antigua cultura china encontrada en él, representada por él y especialmente las oportunidades para la caligrafía y las afirmaciones de goce estético y superioridad social que justifica la conducta social china”. Esto, evidentemente, no sucede con el español – a la escritura del español, estéticamente – me pareces –, no afecta quitar acentos o escribir vaca con b.

Lo que sí sucede con el chino a través de estas reformas lingüísticas, propone Powel, es la ininteligibilidad.
Powel pone el caso de Mao Zedong, líder de China bajo el Partido Comunista, quien propuso un modelo de caligrafía china. Mao carecía del poder para (descartar) el torpe antiguo sistema de escritura pero con la ayuda de reformistas pudo simplificar la escritura, y en 1956 y 1964 el Partido Comunista china promulgó listas de los caracteres que fueron simplificados al reducir el número de trazos en los signos. El resultado: Dos sistemas de escritura china, mutuamente ininteligibles (291). El resultado fue que el Putonghua, el dialecto de Pekín del mandarín, se estableció como el dialecto oficial detrás del sistema convencional de escritura, “extinguiendo el académico y artificial “idioma” chino clásico” como sistema vivo para la comunicación y expresión simbólicas, como lo fue durante dos mil años”.

Powel termina esta sección del libro con una lección moral. Según él, “debido a que la escritura es convencional, “reformas” traen consigo la pérdida de la legibilidad”. Afirma que “como sistema convencional de escritura, el chino es aberrantemente complejo, pero profesionistas y hasta gente ordinaria pueden y logran dominar sus convenciones, [además] de servir a la humanidad de manera noble”.

Por estas razones, deberíamos preguntarnos si, al igual que los chinos con su sistema de escritura, prescindir de algunos aspectos y características del sistema de escritura del español no crearía otro sistema alterno de escritura, que sea “ininteligible” respecto al otro. ¿Prescindir de algunas convenciones ortográficas, como propone Gabo, traería mejoramientos a la compresión y uso de la lengua española? Finalmente, y a diferencia del chino, prescindir de acentos y letras en el español difícilmente crearía un español escrito totalmente distinto al original. Quizá sí, quizá. Difícil probarlo, fácil imaginarlo, a menos de que tomemos la ruta que Gabo propone y nos adentremos en las misteriosas cavernas de la experimentación lingüística. Gabo tenía razón en una cosa: la lengua española cambiará. De eso que no quepa duda. Y así como nuestro ‘hacer’ fue, en la época medieval, ‘fazer’, quizá en algún futuro evolucione en ‘haser’ o ‘aser’. Algunos podrían decir que nosotros, en los tiempos que corren, somos muy conscientes del idioma, a diferencia del pasado. No caeré en la falacia de desestimar lo que las inquietudes lingüistas de los medievalistas, que, intuyo, fueron las mismas que las nuestras. Sin embargo, nosotros, en los tiempos que corren, tenemos algo con lo cual no contaban los medievalistas: La Real Academia Española, la dizque guardiana del lenguaje y su “buen uso” y preservación. Pienso que el lenguaje debe adaptarse a los impulsos de las personas, pero debido a que el lenguaje, como bien señala Powel, es convencional, y puede que quizá en el intento de simplificar lo complicado, terminemos complicándolo aún más.

Referencias

García Márquez, Gabriel. “Botella al mar para el dios de las palabras”. Mundolatino, 2010.
Consultado el 22 de abril de 2014. Web.
 Powell, Barry B. Writing: Theory and History of the Technology of Civilization. Sussex: Wiley-


Blackwell, 2009. Print.

miércoles, 9 de abril de 2014

Aquellos domingos invernales

En domingos también temprano mi padre amanecía
Para vestirse en el azul y oscuro frío invierno
Y luego con agrietadas manos laceradas por el terrible clima
Fogatas de la nada levantaba. Nunca nadie le dio las gracias.

Yo despertaba y olía el frío astillarse, resquebrajarse.
Y una vez cálida la casa, nos llamaba,
Y yo me levantaba y me vestía,
Temiendo los crónicos arranques de esa casa,

Para hablarle con indiferencia,
A él, que había espantado al fuego de la casa
Y además boleado sin reclamos mis zapatos.
¿Qué iba a saber yo, qué iba a saber yo
De amores austeros y grises oficinas?

Fuego y Hielo

Unos dicen que el mundo morirá en el fuego,
Otros que en el hielo.
Por lo que he probado del deseo
Me adhiero a los que escogen el fuego.
Pero si tuviera que morir dos veces
Creo saber del odio suficiente
Para saber que la destrucción por hielo
Sería grandiosa
Y conveniente.

martes, 8 de abril de 2014

Carta a una prostituta

En un tiempo en que pude haber elegido cualquier otro destino, me fui a enamorar de ti – me fui a enamorar de una puta. Que los glaciales del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados.

Pero ¿aquél era mi destino? Quizá sí, ahora lo comprendo. Irónico destino; si me hubieses conocido con anterioridad – oh si tan sólo me hubieses conocido –, me habrías escuchado, jactancioso, decir que yo nunca acudiría a una puta por sexo. Llámalo vanidad, porque eso exactamente es. Soy rico, vengo de una familia bien y, cosa rara, todos a mi alrededor parecen acudir a las putas por sexo. Mi papá y mis tíos, mis abuelos y mis primos, mis amigos y conocidos.

¿Tú me podrías decir por qué, pudiendo ser el sexo gratis, pagar por él?

¿No lo estimas humillante y denigrante, un insulto a la virilidad de un hombre?

No pueden ligar a una chica ni aunque su vida dependiera de ellos, puesto que nuestro único talento es generar dinero y malgastarlo. Sus respectivas novias y esposas no están para eso sino para ser trofeo. ¿No hay de otra opción? Ser célibe, por ejemplo. Es preferible eso a denigrarse a pagar por sexo. Esto era mi orgullo secreto.

Pero luego llegaste a aquella fiesta, caminando por la alfombra roja. Porque no sólo eres una puta: eres toda una celebridad. Vas a fiestas y te hacen entrevistas, haces videos en internet y tienes fans y seguidores. Y así como son aplaudidas y felicitadas las actrices y las modelos y las cantantes, tú también lo eres. Sólo por ser puta – por gritar al mundo lo que eres, lo que haces, lo mucho que te gusta coger y lo orgullosa que estás de tus tetas. Como si muerto fuese el tiempo en que las putas debían esconderse entre las sombras, avergonzadas de su oficio.

Y te vi.

Por largo tiempo luché contra mí mismo en una batalla velada y silenciosa, pero al final perdí, perdí, Luna, perdí, y arrastrado por alguien que no era yo pero que en realidad lo era caminé hacia ti. Y te hablé. Pero no como un ligador, de esos que te rodean, sino como un cliente. Me diste tu tarjeta.

Luna
Puta
5511928012
Pago por hora

Y al siguiente día te llamé y te llevé a un hotel y te acosté sobre la cama y te hice el amor como si nunca lo hubiera hecho, en mí gracias se liberaron los mil y un demonios de la lujuria que habitaban en mí. Y conocí la dicha y conocí el placer. Y sin quererlo o quizá sí en ese momento y quizá para siempre me uní a ti..

¿Ante el mundo te niego?
Sí.
¿Tengo esposa?
Sí.
¿Te seguiré buscando?
Por supuesto que sí.

Rara situación estar enamorado de una puta, sobre todo de ti, una puta famosa, una celebridad puta, que es lo mismo a decir una puta celebridad. Porque a pesar de ser puta eres amada y asediada y codiciada por muchos. Cuántos no estarían dispuestos a darte el mundo entero a cambio de tu amor y tu cuerpo fiel, como si pensaran en redimirte. Si los boleros estuvieran de moda, te dedicarían aquel de Los Tres Caballeros: “Déjame que te lleve en mi camino, / para cortar la flor se tu amargura, / Déjame convertirme en tu destino / piensa que no eres sólo una aventura… / Dios quiso terminar con tu calvario, / por eso he venido a redimirte. / Yo sabré construir tu nueva vida, / yo seré para siempre tu consuelo, / si para todo el mundo eres perdida, / para mi eres la virgen de mi cielo”.

Pero yo sé la verdad. Y sé que nunca les darás aquello que piden.
Ya lo hubieras hecho.
Pierden su tiempo los que con amor o buenas intenciones o intentan ganar tu cuerpo. La única manera de obtener tu cuerpo es como el resto de nosotros, la ola infinita que ansiosa y lujuriosa espera su turno para entrar a ti: con dinero.
Yo no soy distinto a ellos.
Si tú fueras el sol arrollador, yo con gusto sería el tibio mar que contento bajo tus rayos se evaporaría hasta no ser nada más que humo.

Y sin embargo cuando la explosión termina y las ansias se sosiegan y la calma me invade como ejército enemigo y el silencio y el aire se tornan uno y tú ya tienes mi dinero y yo ya no requiero más de ti, es cuando surgen como meteoros tus palabras y pienso en la niñita de dieciséis años que en cuyo primero privado se sintió violada y pienso en la niñita que a los diecisiete casi muere estrangulada por las desquiciadas manos de un cliente llevado por algo que iba más allá del deseo  y pienso en la niñita de dieciocho golpeada por su novio hasta que rociado el piso quedó con su sangre y pienso en la niñita de diecinueve años a la cual le apuntaron con una pistola a la sien a cambio de no dar una felación y pienso en la niñita de veinte años en cuyo cuerpo cinco hombres en una orgía le apagaron cantidad de cigarros en todo el cuerpo, desde los pies a la cara, y pienso en la niñita de veintiún años que grita que es una puta y se vende como puta y le da igual y hasta se enorgullece que le digan puta pero que se deshace como piedra si su padre la rechaza y desprecia el dinero que ella le consiguió para que ya no viviera en el lodo ni en la basura ni descalzo ni en una casa de cartón con otros seis hijos más que alimentar.

Cómo decirte, Luna mía, que tu historia es mi historia, que tu cuerpo es el reflejo de mi espíritu y  que los caminos que has recorrido nunca los he recorrido pero que son música ignota que me llega desde la lejanía entre todo el silencio que son las voces y los ruidos cotidianos. Que me toca y me remece algo que ni siquiera sabía que existía dentro de mí. Cómo decirte, cómo hablarte de mi tía Cristina y su esposo Carlos, quienes desollaron mi inocencia cuando era yo muy chico. Cómo hablarte de los videos y grabaciones abominables, de aquel dolor que no entendía, del asco hacia mí mismo, del repudio hacia todo, del fuego invisible que nadie ve y nadie siente más que yo.

Cómo explicarme el pensamiento de ti siguiéndome a todos lados como perrito faldero, el eco de tu voz que me llega a los oídos como desde el fondo de un pozo, las madrugadas en que despierto y me asalta la risa porque espero encontrarte a mi lado, tierna y desnuda y dormida. Hay noches en que estoy contigo de pronto siento algo nacer de mí, algo extraño e inusitado, un círculo rojo que en medio de la oscuridad se hace más grande, y que de pronto se apodera de mí y me libera, como si aprisionado estuviera de algo que no conozco, y es cuando deseo estallar en ti, perderme en la nada, en el todo, y besar las cicatrices imborrables y tristes de tu cuerpo hasta dejar mi lengua seca. Son en esos momentos, Luna, en que algo en mí se calma, un tornado de ruido que nunca descansa, nunca duerme, y eres como la estrella distante que alegre me guiña mientras camino perdido en el desierto.

Yo trato – oh si vieras cómo he tratado – de luchar contra eso que siento y que me derriba y arrastra y arrolla como tabla de náufrago en una noche de tormenta, esto que muchos llaman amor. Me quedo a solas y trato de saciarme yo mismo o con otros cuerpos, para no tener que buscarte, y hacerme a la idea de que entre tú y yo sólo hay transacción y negocio, cuerpo y piel. Pero hay noches en que ansío verte, pagarte toda la noche, sólo para verte dormida sobre mi cama de hotel y sentir mi corazón en la dulzura fundirse como ceras. Yo rozo tu piel con la punta de mi dedo índice, manteniendo mi dedo ahí, suspendido en el aire, sin tocarte, sin atreverme a tocarte, como si fuese un vidrio frágil, como si necesitase de un permiso divino para presionar mi piel contra la tuya, hasta que despiertas y me ves y te veo y me sonríes y te sonrío y te pones de pie y me dices adiós, gusto hacer negocios contigo, me esperan otros clientes. Otros clientes.

Pero a mí no me importa.
No me importa no me importa no me importa
Porque te amo, no eres mía, nunca lo has sido y nunca lo serás; pero ¿qué importa? ¿qué me importa si eres mía y de mil manos y mil bocas y mil sexos más? ¿qué me importa si entre todas las horas de los días tú me reservas una en especial, como a cualquier otro? Porque mientras tú seas una puta y yo pueda pagar tus servicios, y mientras yo lance un llamado al aire y tú respondes aquel llamado, tú y yo estaremos juntos en moteles baratos y cuartos fríos de hotel, por algunas horas, algunos días a la semana, así, para siempre. Quién podría, Luna mía, dime quién podría necesitar menos que todo esto.

domingo, 6 de abril de 2014

El Perro y el Frasco

‘Lindo perro mío, bello perro, pulguiento, acércate, ven y respira este delicioso perfume, que compré para ti en la mejor perfumería de la ciudad’.

Y el perro, moviendo la cola, signo, yo creo, de esos pobres seres, de la sonrisa y la alegría, viene y curioso acerca su húmeda nariz en la boca del frasco; y en seguida, salta hacia atrás con súbito temor, y me lanza un ladrido, como reproche.

‘Ah, perro miserable, si te hubiera dado a oler un paquete de excremento, lo habrías olido con placer, quizá hasta devorado. Y así, tú mismo, indigno compañero de mi aciaga vida, me recuerdas al resto del público, al cual jamás se le debe presentar perfumes exquisitos porque lo irrita, sino más basura y desperdicios elegidos con el mayor de todos los cuidados’. 

jueves, 3 de abril de 2014

En el desierto

En el desierto
Vi a una criatura desnuda y oscura,
Quien, en cuclillas sobre la arena,
Con el corazón entre las manos
Lo comía.
Y yo dije: ‘amigo, ¿qué tal sabe?’
‘Es amargo amargo, respondió,
‘Pero me gusta
Porque es amargo
Y porque es mi corazón’.

Para un hijo sin padre

Estarás consciente de una ausencia, presente,
Creciendo a tu lado, cual árbol,
Uno muerto, sin color, árbol en otoño,
Calvo, castrado de luz, una ilusión,
Y un cielo como la cola de un cerdo, total falta de atención.
Pero ahora mismo eres tonto.
Y amo tu estupidez.
El ciego espejo que es. Lo miro
Y no veo más que mi rostro, y tú piensas que es gracioso.
Es lindo para mí
Que tomes mi nariz, escalera de tijera.
Algún día quizá palpes el problema –
Los diminutos cráneos, los horizontes rotos, los silencios.
Y hasta entonces tus sonrisas serán dinero encontrado
En los bolsillos.