Desde que apareció el tráiler de
Suicide Squad el año pasado, la he esperado como niño que sabe que algún día
irá a la feria. Pero ahora que la he visto, una semana después de su estreno,
no es que me arrepienta o que considere el tiempo de espera tiempo perdido:
admito que me divertí. Más bien, confirmo mi teoría de que el tráiler es una
forma de arte cinematográfica en sí, que la emoción que sentimos de ver un
tráiler prometedeor no es una promesa de la emoción que experimentaremos al ver
la película. Ya que, como es en el caso de Suicide Squad, la calidad que
ofrecen tres minutos de tráiler queda lejos de lo que se ve en el cine.
En primer lugar: ¿por qué, si me
emocionaba tanto, tardé una semana en ver la película? Respuesta: las redes
sociales. Días antes y después del estreno, mi Facebook fue bombardeado con
opiniones de decepción y desencanto ante la película. Un amigo que pudo verla
antes que todos los demás me comentó verbatim lo siguiente: "No está tan
buena; no hay mucho que ver". En los siguientes días se publicaron
críticas duras y hasta agresivas sobre la nueva cinta. Con el paso de los días,
mi emoción amainó. Escribo esto no por gastar tinta ni palabras; escribo esto
para decir que las redes sociales han aportado un ingrediente nuestra experiencia
previa y consecuente de ver películas, sobre todo si han sido anticipadas.
Empiezo con el villano. El
villano en una película de Súperhéroes es parte fundamental. La amenaza que
representa un enemigo es muchas veces el motivo que empuja una trama, lo que
hace que un individuo normal se convierte en héroe. En Avengers, el
motivo de Nick Furry para reclutar a los Avengers es detener la amenaza
que supone Loki; y en Batman Begins, el motivo de Bruce Wayne para convertirse en miembro de la League of
Shadows es "encontrar los medios para pelear contra la
injusticia". En Suicide Squad, (Waller) (Viola Davis), una agente
de inteligencia, busca reclutar una serie de individuos con súper podere y
habilidades para proteger a los Estados Unidos, pero... ¿protegerlos de qué?
¿Quién es el enemigo a vencer aquí? No lo hay, por lo menos, no al principio. Suicide
Squad comienza sin enemigo sino con una toma de Harley Quinn (Robbie
Margot). Y el enemigo que eventualmente aparece, la Enchantress (Cara
Develingne), no es la consecuencia lógica de una serie de actitudes
desquiciadas, ni, como en el caso de The Dark Knigh con el Joker, una
respuesta de igual fuerza y magnitud a la presencia del súperhéroe. La Enchantress
es, más bien, un accidente; un descuido que pudo pasar en cualquier momento; un
miembro de invididuos súper poderosos que la temible Waller ya no puede
manipular más. Lejos de ser un sólido elemento anticipado, es una tentativa de
continur con la trama que resulta débil y poco persuasiva: "Ya existen
héroes pero no hay villanos, ¿quién puede hacerles frente? Quien sea, pero hay
que darles a alguien contra quien pelear".
Ahora, si bien es cierto que la Enchantress
supone tan alto riesgo que su corazón debe ser resguardado con alta
seguridad, ¿qué hacía enseguida de la cama de Waller mientras dormía? Digo,
para ser algo tan valioso y peligroso, uno esperaría siquiera un par de agentes
bien entrenados que lo resguardaran en lo que Waller estaba fuera de
combate.Pero no: estaba ahí para que cualquiera con el poder de transportarse
libremente en el espacio lo pudiera tomar. Quizá así es como pudo comenzar la
película: así como en The Dark Knight Rises, si la Enchantress se
hubiera puesto en contra de todos, Waller se habría visto en la necesidad y, ahora
sí, de reclutar y manipular a los metahumanos, en lugar de simplemente deslizar
a la más grande villana que el mundo ha visto sin bombo ni platillo, sin
alfombra negra y ojos desorbitados. Forma es fondo y el hecho de que la villana
hubiera aparecido de manera tan casual, tan repentina y sin sentido, genera
fuertes dosis de decepción.
Aunque, admito, pocas cosas me
generaron tanta decepción como la cursilería, el sentimentalismo y los diálogos
incoherentes de los personajes. A excepción de Deadshot (Will Smith),
los personajes son pintados como un grupo de amigos excéntricos en lugar de,
como lo afirma Deadshot en el tráiler, un verdadero escuadrón suicida,
una bomba de tiempo cuyos elementos pueden provocar una explosión si se acercan
demasiado. Al final de la película, Harley Quinn los llama a todos amigos, El
Diablo los ve como su familia o que Croc se afirma bello: ¿Qué diablos? No
pasan ni un día juntos y una misión los convierte súbitamente en los mejores
amigos y malos comediantes. Una reunión fraternal en un bar funge como catarsis
para que todos se alineen y descubran el cariño subyacente en la misión que
tienen a la mano. Cuando vi estas escenas en la película, no pude evitar bajar
la cabeza, apretarme los ojos con los dedos y decir a mi acompañante:
"Dios, pero qué cursi es esto". De suicida este grupo no tiene nada;
más bien son un puñado de sentimentales que, con la correcta dosis de tiempo y
muerte, se pueden convertir en serpientes amaestradas.
Hay que admitir, sin embargo,
que el dúo Harley Quinn/Deadshot es poderoso y persuasivo. Hace poco vi un
corto de una caricatura en la que Quinn seduce a Deadshot y Deadshot termina
accediendo al encuentro. Ya veo por qué. Quizá por su capacidad actoral o las
colaboraciones en el pasado entre Margot y Smith, pero este dúo es una amistad
creíble y magnética que hasta cierto punto hermana a los personajes. Si hubiera
más películas entre estos dos actores con sus respectivo personjes, sería digno
de ver.
Sin embargo, fuera de esto,
Quinn no es un personaje desarrollado por completo. Debido a la belleza de
Margot y al atuendo en el que aparece en los tráilerrs, muchos anticipaban ver
brillar a Quinn en esta película. Pero su "locura" no es más que una
actitud pueril disfrazada de un atuendo provocador. Sus chistes y actitudes, la
supuesta muerte del Joker y su amor hacia él la ponen más del lado de la
cordura y la mala comedia que el de la peligrosa enfermedad mental. Su fuerza
recae en su capacidad de seducción, su belleza atuendo y su bat pero nada más. Sí
se nos muestra con habilidades de combate pero no las suficientes. Quizá
hubiera sido un acierto tomar prestado un poco el semblante del Joker de Nolan:
un payaso aparentemente inofensivo que, cuando quiere y necesita emplear la
fuerza, lo hace de manera letal. De otro modo, Quinn no resulta tan peligrosa
como se intenta mostrarla.
Respecto al Joker, aunque no
resulta tan poco creíble como Quinn, hay algunas incoherencias dignas de
señalar. Hay algunas escenas rescatables en las que se muestra con fidelidad la
naturaleza desquiciada del Joker, pero en algunas todo lo contrario: se
traiciona al personaje. Más que un elemento destructor y caótico, el Joker de Suicide
Squad parece un mafioso loco y enamorado con un plan. El Joker no tiene
planes. El Joker no conoce el amor, aunque lo entienda, ni la lealtad. El Joker
en esta película parece decidido en recuperar a Quinn debido al amor que le
tiene. Esto parece demasiado serio él. Lo entendería si todo fuera un capricho,
algo con lo cual divertirse y no tomarse a pecho. En lugar de matar al mafioso
que al principio de la película se fija en Quinn por haberla deseado, hubiera
sido mejor que lo matara por algo más trivial e insignificante. Ésta no es una
película sobre el Joker, pero hay que negar que el personaje es como un alud
gigante que desciende de la punta de una montaña. El Joker de esta película no
tiene que ser tan filosófico como el de Nolan, pero yo hubiera apreciado un
acercamiento más lúdico y temible a su creación, si no es que a su
interpretación, en vez de su desempeño en un segundo plano como jefe mafioso
cubierto de maquillaje. Aun así, hay que notar que Jared Leto hizo lo que pudo
con el guion proporcionado. Su desempeño fue creíble y no podemos achacarle la
falta de verosimilitud del personaje al actor, puesto que fue alguien más quien
se encargó de la creación textual del personaje para esta película. De haber
intervenido otro escritor que trabajara en una versión del enemigo de Batman
más profunda y convicente, quizá hubiera robado cámara, eso sí, pero en
definitiva le habría brindado a Leto la oportunidad de llevar el personaje a
otro nivel.
Pero, en definitiva, si hubiera
una actuación digna de rescatar en esta película, ésta sería la de Davis. Davis
hizo un estupendo trabajo al mostrar a un personaje manipulador, frío y letal
que no se detiene ante nada y nadie para ver lograda su causa. Mientras que los
demás personajes caen en malos chistes y cursilserías, este personaje se
mantiene fiel a sí misma durante toda la película, inclusive cuando, una vez
salvado el mundo y puesto fuera de peligro por el escuadrón, amenaz al
escuadrón con la muerte y los regresa a la cárcel. Quizá la escena que muestra
con mayor crudeza su falta de empatía y frialdad es aquélla en la que mata a
sus subalternos cuando el escuadrón por fin llega a sus oficinas. Su actuación
y frialdad la ponen en la misma línea de los ficticios jefes de inteligencia
estadounidenses como Noah Vossen (Bourne Ultimatum) o Alexander Pierce (Captain
America 2: The Winter Soldier). Su actuación en esta película con tantas fallas
me confirma su gran capacidad actoral que vi en la película Doubt en
2008. Si Davis sale en subsecuentes películas basadas en cómics de DC, sería
razón suficiente para ir a ver las películas.
En general, no recomiendo ver Suicide
Squad más que para quitarse la espinita de ver una vez más al Joker en la
televisión y para ver a un grupo de súperhéroes que incluyen a un chicano, un
afro-estadounidense y una japonesa, lo cual le da variedad étnica a la película
que no se ha visto antes. Porque, fuera de esto, Suicide Squad resulta
una película malograda, cuya cantidad de efectos especiales es proporcional a
sus desaciertos y huecos en la trama.