Desde lo más alto del rascacielos, a mediodía, la hora más ocupada de todas en la ciudad, caía yo, bulto enorme, bulto extraño, en picada como un saco o más bien como un avión kamikaze. Porque eso era precisamente lo que yo era, un kamikaze, es decir, un suicida. No me pondré ahora mismo a explicar por qué quise terminar con mi vida; no es el momento, no tengo el tiempo y sencilla, simplemente, no se me da la gana. Además no entenderían mis razones, con eso de que está de moda ser sano y positivo y vegano y ver la vida con el optimismo con que ven la vida los escritores de libros de autoayuda, simón. El punto es que decidí matarme y lo hice y creo que ya estoy muerto o lo estaré, y aunque desde arriba todo se ve espantosamente real y el aire que en el piso no es más que pura nada llena de esas cosas que nunca importan y de las que nunca nos damos cuenta allá arriba todo es más todo – más grande más vivo y más sincero y aunque justo arriba les dije que no quería decirles por qué me suicidé creo que es inevitable por lo menos decirles que cuando me subí allá arriba, en ese pinche rascacielos de la calle Insurgentes, sentí lo que durante tanto tiempo quise sentir – vida, vida pura, vida latente, corazón no apagado, corazón feliz, corazón incierto, pulsaciones que serían como vómitos u olas de agua de mar, agua blanca y cristalina, llena de fuerza que viene desde el fondo del mundo, la verdadera razón por la que vivimos, para sentir emoción y vértigo e inclusive un poco de náuseas, y ahí estaba yo, viendo todo desde sí lo admito la posición soberbia de quien ya no ve la vida como este regalo envuelto en celofán que uno debe cuidar y no abrir ni exponer ni en las situaciones más deliciosas que comúnmente llaman riesgosas sino como algo mío algo propio algo que no es de nadie más y que se encuentra a mi entera disposición como una bocanada de aire fresco que yo decido si me trago o decido si lo regreso al circuito polifónico del aire, todos viéndome, inclusive ahorita mismo lo veo – todos me ven, asustados, ¿por qué les da tanto miedo la muerte, gente pendeja? ¿es que nunca han presenciado que un bato y no un pájaro se pose en un rascacielos y le grite en un bestial rugido al mundo que uno ya no será más su pendejo y que desde ahora todo lo que se haga se hará bajo no quizá las condiciones de uno porque eso sería imposible, por más que yo quiero sin aire y agua yo no puedo vivir, pero por lo menos puedo decidir si quiero seguir viviendo la vida en la cual necesito aire y agua para continuar? Pendeja pendeja, gente pendeja, no no lo hagas, sí como chingados que no, piensa en tu familia, cuál pinche familia cabrón, tú no sabes nada de mi vida, mi esposa es una actriz perdida que cada noche despierta en una cama distinta y lo peor es que yo pago las cuentas de esas camas y mis hijos unos pinches genios malagradecidos que piensan que porque yo soy un pintor fracasado no valgo madre, así que a la mierda, pum vas me lanzo a la mierda, todo, y mientras yo caía en relámpago hacia la tierra, el piso, asfalto duro y frío y que en cuanto me reciba me hará explotar en un arcoíris no de mil colores sino en mil tonalidades carmesí que vayan desde lo morado hasta lo café, pasando por mil rojos y naranjas que albergo dentro de mí cuerpo, qué bonito vida vida mía qué bonito es ser un arcoíris y estallar para los demás, siquiera darles gusto con mi cuerpo explotando no en el cielo sino en el suelo, a unos cuantos metros de ellos, como fuegos pirotécnicos, sí sí vida mía vida mía, ya pronto me estoy alejando de ti, y recuerdo sí porque en esto también se recuerda todos los instantes de mi vida que se nutrieron por oscuridad y por olvido y que hoy ya nada importan ¿saben por qué? Porque todo mundo me ve me oye me huele casi casi mientras caigo en esto lento y suave irme de la tierra, apagarme como luz luciérnaga errática que se entrega a la oscuridad de no de la noche porque la noche es muy trillada pero sí la oscuridad de algo ¿de qué? No sé, pero oscuridad finalmente, poco a poco, la luz comienza a fallar, a ceder, a apagarse, triste es sí muy triste pero no importa porque mientras sigo cayendo lo veo sí el corazón brillante en medio de la oscuridad mi corazón se acelera se estremece relincha de una felicidad que no le cabe en el pecho y que dice sí éste éste éste es mi momento si señor me estoy acercando oh sí cada vez más puedo saborearlo puedo saborear mi vida toda mi vida en este breve pero bello intensísimo instante lo saboreo y es deliciosa manjar prohibido manjar vedado para mí durante tantos años ¿por qué amor por qué vida mía no pudiste ser como eres ahora? No importa no importa te juro que no importa sólo me lamento que esto no pueda durar más que estos instantes que son como gotas de rio lluvia tormenta rocío río arroyo riachuelo y no fuesen no sé algo así como un mar perpetuo que dure de aquí a la eternidad pero oh sí lo es lo es ya mero estoy cerca del piso lo es este sabor que me acaricia la lengua con soberana ternura me promete que lo será lo será ya no más gotitas chiquitas ni destellos apagados sino la eternidad continúa de esta dicha que jamás alcancé en la oscuridad latente bajo el sol de mediodía adiós adiós oh mierda