miércoles, 21 de mayo de 2014

Muerte, no te ufanes

Muerte, no te ufanes, pues aunque te llamen
Temible y poderosa, tanto no lo eres.
Aquellos a quienes has tumbado
No han muerto aún, ingenua, así como yo, que de pie sigo.
Del lecho al sueño, laxas copias de ti misma,
Fino gozo hay; de ti fluye más vida de la quisieras dar,
Y tarde que temprano los más valientes y robustos a ti van,
A descansar sus huesos, a entregar su espíritu.
Eres tú esclava del destino, de la suerte, de reyes y de infaustos.
Y venenos y guerras y brotes súbitos de peste
Y ricina y conjuros mágicos nos hacen caer más rápido
Y mejor que el triste roce de tu dedo: ¿por qué, pues, el alarde?
Ppasado un sueño corto, en la eternidad despertaremos
Y la muerte será sino un recuerdo; Muerte, muerta acabarás.