lunes, 30 de mayo de 2016

La estrella que tenía un inconveniente con una situación en el universo

Por F.B.L.M y Sputnik, sweetheart de Murakami

En el universo los astronautas se enamoran de estrellas de distintas constelaciones y se lanzan en cohetes a la conquista de éstas. Las estrellas también se enamoran de los astronautas pero ellas, por naturaleza (o por lo menos eso se cree), no pueden bajar hasta los planetas; son los astronautas quienes tienen que ir por ellas. Esto todo mundo sabe y acepta, excepto Estrella, en la constelación de Orión, cerca de la de Tauro. Hermosa, arrogante y competitiva, Estrella detesta que los astronautas encuentren tan fácil llegar a las otras estrellas, como ella; los astronautas sólo tienen que poner sus ojos en una para obtenerla., Estrella no quiere caer en este juego; se siente merecedora de mayor esfuerzo, quizá porque, en el fondo, detesta ser como las demás y desea sobresalir. Como respuesta, Estrella comienza a brillar con una luz más intensa; se aleja a una galaxia más lejana y recóndita: solamente los dignos de poseerla, piensan, Se atreverán a ir tan lejos. Es un reto lanzado al universo.
Astronautas de la Tierra, fascinados por aquel brillo inusual despegan en cohetes rumbo a la gloria. Muchos claudican al cabo de ciertos kilómetros luz de recorrido y regresan a la Tierra; a otros les toma más tiempo. Muchos astronautas, ansiosos de alcanzar cualquier estrella, se desvían por una más cercana y accesible aunque menos brillante; se olvidan del objetivo que una vez se trazaron. Otros desisten por el temor de quedarse ciegos si se acercan demasiado. Otros se pierden en el camino para llegar hacia ella... Cuando un astronauta está a punto de alcanzarla, Estrella, Maliciosa, deliberadamente se aleja aún más. El astronauta piensa en retirarse pero Estrella aumenta su brillo, de manera que no se puede resistir, mas nunca logra llegar a ella. Estrella, divertida y orgullosa, se divierte al ver la miseria romántica y el espectáculo que inspira su brillo intrínseco. Poemas de ella se escriben allá abajo. Dentro de sí espera al astronauta indicado que llegue hasta ella.
Joven astronauta, apuesto y valiente, encantado por el brillo que Estrella emite, acepta el reto. La ha visto mil veces desde su ventana, escuchado los rumores sobre su lejanía deliberada, pero lo golpean fuertes deseos de poseerla. Parte hacia ella. Cruza galaxias, deja atrás constelaciones, hace suspiras a las otras estrellas. Ojalá sus astronautas tuviera el ímpetu de éste. Parece un meteoro. Estrella impresionada; jamás ha visto a alguien así. Titubea en detenerse y dejarse alcanzar. Se aleja un poco más, lo suficiente para comprobar que aquel astronauta es el indicado. Y sí, el astronauta parece ser el indicado, el único digno: su ímpetu no disminuye, va en aumento. Vamos, astronauta, vamos, sólo un poco más, no desistas, que tu valentía desenmascara mi soledad, sí, sí, ya estás muy cerca, siento la calidez de tu valor, llega a mí, llega ya. No llega; está lejos aún. Su cohete falla, la luz abrasadora de Estrella lo ciega de inmediato. Falla, cae al vacío, muere por falta de oxígeno, su cuerpo se pierde en el universo. Estrella entristece. Se siente triste, solitaria; no sabía que se encontraba tan separada de los demás. De qué sirven su brillo y orgullo si no tiene lo que quiere. Quiere acercarse, no puede; no sabe cómo… Pero quién sabe. Puede que algún día, no muy lejano, otro astronauta, con valentía y arrojo semejante al anterior, pase todas las pruebas, llegue hasta ella,  y la reclame para sí mismo.