Que no
quepa duda: Nina Seyers es uno de los personajes más fascinantes que el cine
hollywoodense ha creado en los últimos años Desde su estreno, El Cisne Negro se ha convertido quizá no
en una película de culto pero sí en una película intrigante y fascinante. Algunas
de las razones de ese fenómeno son quizá porque, en cuestión de ficción, la
cultura occidental (es decir, nosotros) siempre ha tenido una fascinación con
el tema del doble, lo que en alemán se conoce como Doppelgänger (como El extraño
caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde de R. Stevenson, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, en la cultura hispana Aura de Carlos Fuentes). Otra razón es
la tendencia actual del mundo: Nos encontramos en un tiempo el cual nos
encontramos en un tiempo en el cual el desarrollo de un artista, lo que en la
crítica literaria se conoce como el género kunstleroman,
nos tiene al filo del asiento. El éxito de programas televisivos como La Academia, Factor X o Bailando por un sueño indican un
interés creciente de los espectadores por ver el desarrollo de un artista,
cantante o actor. Pues bien: En ese sentido El
Cisne Negro no es muy diferente a aquellos programas televisivos: todos ofrecen
una mirada hacia la vida íntima del artista: su personalidad, sus manías, la
relación con las personas alrededor, sus miedos y frustraciones, etcétera.
En este
ensayo me gustaría enfocarme en un aspecto de la personalidad de Nina que me
parece muy interesante, aspecto que no he visto estudiado en un ningún otro
estudio de la bailarina hasta ahora: su relación con su propia piel. Aparte de
su precaria relación con su madre, la frustración que siente hacia Lily y el
cuidado que pone en su arte, Nina tiene una precaria relación con su piel ya
que durante toda la película vemos desollarse a sí misma, rascarse la piel
hasta la irritación, hasta imaginarse desollarse y sangrar. En la película hay
dos escenas interesantes en la que vemos la relación de Nina con su piel: la
fiesta en la que Thomas, el director de la compañía de ballet en la que trabaja
Nina, finalmente la presenta al público como la siguiente protagonista de su
obra. En un momento Nina va al baño y, lavándose las manos, se imagina arrancándose
un gran pedazo de piel del dedo de la mano. La segunda escena es en la que Nina
regresa precisamente de esa fiesta y, al desvestirla, Erika, su mamá, nota un
salpullido en la piel de su hija y hace un comentario que sugiere que Nina
tiene cierta manía con la piel desde hace tiempo: “[Erika a Nina]: te has
estado rascando de nuevo… Creí que ya habías dejado este desagradable hábito,
lo has hecho por años”.
Lo primero
que podríamos pensar de la protagonista es que tiene una especie de trastorno
obsesivo-compulsivo. Sin embargo, la relación de Nina con su piel es más
específica y más profunda que aquello, ya que la bailarina presenta lo que en
términos médicos se conoce como Dermatilomanía,
lo cual es un trastorno de la piel que se origina por altos niveles de estrés y
ansiedad. Odlaug et al plantean que la dermatilomanía es una manifestación de
ira reprimida contra padres autoritarios, abusivos, dominantes y en extremo
mimadores que se manifiesta, curiosamente, más en mujeres que en hombres. Erika,
durante el transcurso de la película, presenta algunas de estas
características. Por ejemplo, sentadas en la sala, teniendo una conversación
muy tensa, tocando el tema de la piel de Nina, Erica en un momento se pone de
pie y, soberbiamente, le pide a su hija que se quite la blusa para revisar su
piel. Esto desde luego apunta a su carácter autoritario como madre sobre Nina. Otra
escena que demuestra este autoritarismo es cuando chantajea a Nina para que
ésta coma el pastel de frutas que aquella le preparó para festejar su nuevo
papel como reina cisne. Por último, hay una escena en la que, ayudando a Nina
cambiarse de ropa, Erica le ve en las orejas un par de arracadas. En tono
exigente, Erica pregunte: “¿de dónde sacaste estas cosas?”, a lo cual Nina
tranquilamente responde que son falsas.
Todos estos
incidentes, y muchos que no se mencionan pero que, como espectadores, nos
podemos imaginar, han creado en Nina una ira que ella misma no se atreve a liberar
(lo cual es una manera también de crear su propio doble en la mente). Débil y
frágil, lo único que Nina logra hacer es poner un bate de beisbol contra la
puerta, impidiéndole el paso a Erica cada vez que ésta quiera entrar
arbitrariamente a su habitación.
La ira
reprimida de Nina la vemos casi al final de la película: Nina regresa a su casa
después de ver a Beth, la bailarina que remplazó en el hospital, y tiene una
visión escalofriante al ver dibujos de ella misma cobrar vida. En ese momento
su mamá entra a escena. Perturbada, Nina regresa a su habitación y pone de
nuevo el bate de beisbol, impidiéndole el paso a la preocupada Erica, hasta que
ésta finalmente logra entrar a la puerta. Nina, en un arranque de ira, corre a
Erica de su habitación, hasta el grado de aplastarle la mano con la puerta. Escenas
después a ésta, preocupada por el estado de su hija, Erica impide salir a Nina
de la habitación, al esconder la perilla de la puerta. Contrario a lo que su
mamá esperaría de ella, Nina entra en un forcejeo con su madre, en el cual, en
arranque de desesperación, aprieta la mano lastimada de su madre, toma la
perilla y sale. "No puedes ir", le dice Erica, "no estás
bien". "¿No puedo?", responde Nina desafiante y soberbia (Por un
segundo la cámara se mueve hacia el rostro estupefacto de Erica que lo dice
todo: el arranque de ira por parte de Nina es increíblemente inusitado).
"Yo soy la reina cisne, eres tú la que nunca dejó la corte".
Respecto a
la contraparte de la madre, el padre de Nina, no sabemos mucho. Desconocemos si
está vivo o muerte, si Nina tiene contacto con él o algo parecido. La única
figura paterna que se muestra en la película es Thomas, el director de la
compañía, que, no obstante, nos comunica muchísimo sobre la relación de Nina con
su propio padre. Para este tendremos que hablar sobre el término conocido en
psicoanálisis como Complejo de Elektra.
Carl Jung, contemporáneo de Sigmund Freud, define el Complejo de Elektra como la competencia entre madre e hija por el
padre, lo cual es un aspecto natural y a la vez decisivo para la formación de
la personalidad de la hija. Una vez resuelto este complejo, la hija separa su
deseo de su padre y lo desplaza a otros hombres en general. Sin embargo, un
complejo de Elektra irresuelto puede resultar en una mujer con tendencias
homosexuales, insegura, sumisa y de baja autoestima que, además, buscará inconscientemente
la atención de una figura masculina que se parezca mucho a su padre. Si el
padre de Nina la abandonó o murió (lo cual, psicoanalíticamente, en algunos
casos es una forma de abandono), Nina buscará a un hombre igual: Thomas.
¿Cómo es,
pues, Thomas (y por ende, quizá, el padre de Nina)? En resumen, Thomas es un
hombre promiscuo (recordemos que incluso la madre de Eric, sobre Thomas, dice
que tiene cierta “reputación”, refiriéndose al hecho de que Thomas con
frecuencia seduce a las bailarinas de su compañía), enfocado en su carrera y
egoísta. Esta última característica es muy importante, ya que Thomas solamente
utiliza a las mujeres, quienes parecen tener cierta fecha de caducidad para él.
¿Cómo podemos saber esto? Thomas utiliza la expresión “pequeña princesa” para
dirigirse sola y exclusivamente hacia su estrella Beth, con quien al parecer
tiene una relación que va más allá de lo profesional. Conversando sobre Thomas,
Lily dice a Nina que Thomas seguramente llama “pequeña princesa” a cualquier
chica. Nina no está de acuerdo, al decir que este nombre sólo lo utiliza para Beth.
Lily, al respecto, dice estar segura de que Thomas llamará a Nina “pequeña
princesa” muy pronto, sólo si Nina acepta las insinuaciones de Thomas. Dándole
la razón a Lily, justo al final de la película, cuando Nina cae al colchón
mientras todos aplauden, Thomas corre hacia ella y, efectivamente, le dice de
esa manera: “Mi pequeña princesa, siempre supe que podías lograrlo”.
Sin
embargo, débil y frágil, Nina no parece convencer a Thomas al principio de la
película, quien, exigente e implacable, desea que la bailarina sea más sensual.
Thomas inclusive grita a Nina enfrente de otros bailarines, llamándola débil y
frígida. Nina, sumisa y de baja autoestima, trata de darle gusto a Thomas, a
pesar del carácter autoritario y abusivo de este último. La ira y frustración
que puede sentir Nina a causa del comportamiento del director de la compañía se
manifiesta, como en el caso de Erica, en sus constantes pellizcos a su piel.
Desconocemos
si los guionistas de El Cisne negro
consultaron artículos médicos para la creación de Nina Seyers. Si lo hicieron, enhorabuena;
sino, muchísimo más, ya que la protagonista de El Cisne Negro posee características psicológicas de gran
profundidad, que, impresionantemente, tienen origen en la vida real, la Dermatilomanía. Nina Seyers murió en la
cumbre de su éxito; sin embargo, su muerte le dio sentido a su vida. Desde
ahora Nina Seyers, protagonista de Black Swan, quedará en la memoria de los
espectadores por mucho tiempo, junto a otros personajes entrañables y eternos
como William Wilson de Edgar Allan Poe, Tyler Durtan de Fightclub y quizá el mismo Dorian Gray.