jueves, 7 de mayo de 2015

El hombre culto

          Octavio Iriarte. Estudiante de filología. Latín, griego y sánscrito y hasta español e inglés medievales. A excepción del español, aprende estos idiomas a través del inglés; los pocos profesores que podían enseñarle estos idiomas son angloparlantes. Sus profesores ven en Octavio Iriarte a un hombre lúcido, sensible y humanista; le enseñan todo lo que saben y pueden. Largos y minuciosos años de estudio, de memorización y apego a las reglas. Luego, graduación. Sus profesores, conmovidos, creen que han dado al mundo a estudiante y ser humano excelente.   
            Boletín especial. Filólogo recién graduado con atroz pasatiempo. Bebe sangre humana. La obtenía de víctimas, a quienes desangraba en la cochera de su casa, para luego tirar sus cuerpos en un río. Había comenzado con perros, gatos y gallinas, luego siguió con caballos, vacas y toros, hasta que una noche le dio por probar la sangre de niño. Luego, sangre de mujer. Al último sangre de hombre. Lo descubrieron cuando fue a tirar el cuerpo de un vagabundo a un basurero. Cárcel. Aún le permiten leer a Cicerón, Píndaro y los vedas. Shakespeare es la única lectura prohibida.