Yo te diré, niña hermosa,
Eso que debías saber,
Ya que tu cuerpo de diosa
Siento en mis brazos yacer.
Tu carne tan frágil es blanca,
Como la nieve y la lis
Tu pecho de venas moradas
Tiene dos arcos sin fin;
Tu boca, flor exquisita,
Enciende miles de besos,
No obstante, entre tus camisas
Esperan algunos más tersos.
Con esto, ya colegiala,
Serás, te garantizo,
Docta licenciada
En el arte del amor íntimo.